La unión en sagrado matrimonio entre Elena Palacios y Ramón Sánchez ante sus familiares fue el 23 de febrero pasado en Santa María, los pagos del novio. Allí no solo cerraron el círculo de una relación de años, también se despidieron de sus padres y mayoría de amigos. Estaban a punto de escribir una nueva etapa en sus vidas, un viaje programado con sello de experiencia europea.
Ramón es pilar derecho, juega en Natación y Gimnasia y a través de un amigo aceptó una oferta del Club de Rugby Majadahonda, nombre homónimo de un pequeño distrito ubicado a 20 minutos de Madrid, la capital de España donde hoy se concentra la gran mayoría de los casi 65.000 infectados por coronavirus en la península.
Elena y Ramón habían organizado el tour por el Viejo Continente como una suerte de luna de miel y misión laboral, él anotando en su currículum deportivo el paso por una liga de ascenso internacional y ella una pasantía de kinesiología en la Universidad autónoma de Madrid, gracias a un convenio con la UNT.
De por sí, llegar hasta Madrid se convirtió en el primer desafío. Se despidieron de Tucumán el 9 de marzo, hicieron noche en Buenos Aires y el 10 se embarcaron con destino a Roma. Al llegar, la aerolínea les informó que su vuelo había sido cancelado. La frontera con España, por tierra y aire había sido negada para cualquier misión italiana. “Teníamos dos opciones, volvernos a Buenos Aires o cambiar el pasaje a París y seguir por nuestra cuenta. Decidimos hacer uso de la segunda opción”.
Des los casi 20 días que llevan fuera de Argentina, Elena y Ramón confiesan que lo más emocionante de su luna de miel fue haber pasado la tarde y la noche en la capital francesa. “Fuimos al Arco del Triunfo, a la Torre Eiffel. El 12 al mediodía recién pudimos aterrizar en Barajas donde nos esperaba el entrenador de Ramón”, cuenta Elena. Lo demás es vox populi. La pareja cruzó el Atlántico justo cuando el brote de covid-19 tomaba la posta de asesino serial y mundial. “Del aeropuerto hacia la villa deportiva de Majadahonda, nuestra nueva casa y punto. Conocemos eso de Madrid. El camino de Barajas hasta acá y siempre viéndolo de afuera y protegidos por la ventilla de un auto”.
Los números de infectados suelen correr por detrás de la realidad. En el último informe del ministerio de salud español se hablaba de 64.059 casos de infectados. Fallecieron 4.858 personas y de los capturados por el virus 10.000 son agentes sanitarios. España es un caos, valga la repetición. Cerró tarde fronteras y demoró en hacer mella en una cuarentena total. Hoy está pagando esa desidia con muertes.
Madrid, por caso, es la más afectada: en 24 horas, los contagiados por covid-19 saltaron de 17.166 a 19.243. Es un hecho que mientras estas líneas se siguen unas a otras el contador de afectados continúa en aumento. “Por suerte nosotros estamos aislados y protegidos. Sabemos de casos de gente cercana y de amigos de Madrid. Es una lástima todo esto”, reconocen los chicos.
Hoy se cumplen dos semanas desde que el gobierno español dicto la cuarentena obligatoria. “Si salís a la calle tenés que justificarlo, de lo contrario la Guardia Civil puede multarte”, cuenta Ramón. Al supermercado solo ingresa una persona por grupo familiar y con guantes que les proveen en el negocio. Igual para ir a la farmacia. Tampoco se puede circular de a dos en un auto. “No se sabe cómo seguirá la medida. El 13 de abril es la fecha de corte, pero con seguridad puede estirarse”, explica Ramón.
En la Villa deportiva donde los chicos están alojados hay más gente. La casa tiene siete cuartos, una cancha cuya mitad es de arena y la otra de césped sintético. “Los que llegaron antes compraron un aro de básquet; también tenemos mesa de ping pong. Tenemos juegos de mesa, rompecabezas. Honestamente, estas dos semanas fueron bastante amenas, pegamos buena onda con la gente que vivía acá”, de los 12 comensales alojados en la villa, cinco varones y cuatros mujeres juegan al rugby en el club. Los restantes son pareja de los contratados.
Sánchez hace mención del buen trato de la gente, de lo ordenado que está todo y de lo riguroso que puede ser el castigo si no se acatan las normas. “Nosotros fuimos dos veces al súper, la última yo solo”, dice Ramón, que se entrena con sus otros compañeros en el gimnasio y la cancha de villa.
Tres equipos se formaron en la casa. Cada uno cumple la función de asear el sector que le corresponde. Y también en los quehaceres culinarios. “Ayer cenamos asado, fue el cumple de uno de los chicos”, Elena y Ramón no son los únicos argentinos en Majadahonda. “Hay tres más, dos de Buenos Aires y uno de Mendoza. Tenemos una venezolana y el resto son chicos de España que vienen de otras regiones”.
Uno de los orgullos del grupo de esta casa estilo “Gran Hermano” fue la finalización de un rompecabezas enorme de los Vengadores. Con tiempo todo es posible.
Hablar del futuro es toda una lotería. “El 30 de abril se definirá si el torneo de ascenso se juega o no. Dependerá de la decisión de la Unión de Rugby de España. Lo que te puedo comentar es que del club se portaron muy bien. Me han pagado cada una de las semanas que llevamos acá. Qué pasará en mayo, no lo sabemos. Habrá que ver qué resolvemos nosotros también”, la experiencia de Elena y Ramón tiene fecha de vencimiento: agosto. Ambos deben volver a sus respectivos trabajos, él en la repartición pública tucumana y ella en un sanatorio privada y a la carrera de educación física, donde tiene la cátedra de kinesiología. “Cuando empezamos a planear esta experiencia sabíamos que debíamos volver a casa. Esperemos que al menos podamos disfrutarla un poco después del mes asegurado que tenemos que respetar de la cuarentena, ja”, se ríen.
Hablar de la convivencia cuando son 12 en la casa es mucho más sencillo que si fueran dos o uno solo. “Así es todo más llevadero. Pasa volando el tiempo”.
Quejarse, los chicos, aseguran, no pueden demasiado. Lo que sí, no fue el inicio de la experiencia por Europa imaginada.
“¡Y menos la luna de miel, es para matarse! Ja, ja, ja”.